La educación ha llegado a un punto de quiebre en el contexto actual y es muy importante para padres de familia y académicos replantear la situación, la de las familias y evolucionar para aportar valor en la forma de enseñanza y aprendizaje.
Desafortunadamente, una gran parte de la población infantil en México no tendrá forma de incluirse en las nuevas formas de aprendizaje y sólo una pequeña parte tendrá acceso a los medios para desarrollar su pensamiento y su acervo académico para, en un futuro, contar con la preparación profesional y laboral que los catapultará a una vida plenamente productiva.
Actualmente las ofertas educativas ya trascienden las fronteras, y aunque gobiernos y estructuras académicas anquilosadas no lo reconozcan abiertamente, ya han quedado atrás los programas tradicionales, las formas de evaluación, pero sobre todo de hacer que las nuevas generaciones encuentren actividades productivas innovadoras y transformadoras de países.
La tecnología ha transformado y agilizado los procesos de compartir información, de enseñar a los alumnos localizados en diferentes geografías. La preparación para las actividades laborales y profesionales futuras va tomando un enfoque más pragmático y de aplicación en la vida real.
Los docentes son los motores potenciales de la transformación educativa; la innovación y el cambio se dan con base en las experiencias que se van viviendo, analizando y compartiendo "sobre la marcha" pero con el objetivo claro de ayudar a la evolución del pensamiento crítico, analítico y transformador de los alumnos.
Es por eso que la educación en tecnología está tomando cada vez más relevancia para estar a la vanguardia del proceso transformador de los jóvenes y futuros líderes en ámbitos desde al académico, el empresarial e incluso a nivel gubernamental.
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